EL CRISTIANO Y LA ORACION

La importancia de la oración

Vamos a ver una de las escenas del Señor Jesucristo con sus discípulos, antes de morir. Leamos en Mateo 26: 36–43: “Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.”

Esta es una escena muy importante. Vemos al Señor antes de ir a la cruz, pasando un tiempo de oración, donde incluye a sus discípulos más cercanos, a Pedro, Jacobo y Juan; pero cuando vuelve los halla durmiendo. Estos hombres, que llevan tres años viendo al Señor, tienen que aprender un aspecto muy importante en la vida cristiana: La oración es uno de los ejercicios de la piedad más importantes en nuestro andar. Todas las cosas que tenemos que vivir, los desafíos que tenemos que enfrentar, el ministerio que tenemos que ejercer, se deben llevar a cabo de la mano de la oración. La oración debe rodear toda nuestra vida cristiana.

En este asunto no nos cansaremos de ser lo suficientemente enfáticos. Debemos saber que casi todos los asuntos de la vida cristiana toman valor en, por, y a través de la oración. La oración es uno de los órganos vitales de nuestra vida espiritual. La mayoría de los fracasos (como los que tuvo Pedro después de esta situación) surgen de una vida carente de oración. Si fracasamos en la oración, vamos a fracasar en la mayoría de los aspectos de nuestra vida cristiana. Si fracasamos en la oración, nuestra vida espiritual siempre será débil, y será una vida que estará constantemente sucumbiendo ante la tentación.

Muchas, o casi todas las virtudes del creyente, se desarrollan, se afirman, se fortalecen, se perfeccionan, en su vida de oración. El músculo con el cual nuestro pie anda para caminar constantemente delante de la presencia de Dios y para sostenerse en ella es la oración. Si hemos fracasado en esta área, definitivamente fracasaremos en todas. Si usted no aprende a orar, si no se ejercita orando y no persevera en la oración… ¡Empaque su maleta, y váyase, porque literalmente usted está condenado a ver el fracaso en su vida espiritual!

En el pasaje anterior, el de Mateo 26, está el Señor hablando con sus discípulos, y mira lo que le dice Pedro, ahí en los versos 33 al 35: “Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.”

Muchas veces nosotros criticamos las palabras de Pedro como si fueran malas, pero, ¿qué de malo tiene que una persona diga: “Señor, yo te voy a servir, y voy a ir contigo hasta la muerte”? El problema de Pedro no estaba en sus deseos, ni tampoco en sus expectativas; éstas posiblemente eran puras. Su problema era que sus expectativas y deseos no iban acompañados de una vida estable de oración. Yo puedo tener muchos anhelos, puedo decirle al Señor las muchas cosas que quiero hacer para Él, que quiero consagrarme a Él, que quiero morir por Él, pero voy a fracasar en el intento si mi vida de oración no sostiene todos mis anhelos. No era que Pedro estuviera diciendo algo malo, sino que él no tenía en ese momento la capacidad espiritual para hacerlo.

Muchas, o casi todas las virtudes del creyente, se desarrollan, se afirman, se fortalecen, se perfeccionan, en su vida de oración.

Muchos jóvenes se acercan (y este es un panorama muy triste porque es muy repetitivo), y dicen: “Hermano, he tomado la decisión de dejar esta pareja.” O también: “Hermano, he tomado la decisión de guardarme para el matrimonio.” O: “Hermano, he tomado la decisión de dejar esto, o aquello por el Señor.” Y a los dos meses uno los ve caer en ese asunto; o a los tres meses uno los ve alejarse del Señor debido a esa misma relación que supuestamente iban a dejar ¿Dónde estuvo la debilidad, y por qué cayó en la tentación? ¿Porque había dicho algo malo? ¡No! Sino porque ese deseo, ese anhelo, ese voto que él había hecho, no fue acompañado de una verdadera vida de oración. Usted puede cantar cosas muy bonitas, tener deseos muy bonitos, solemnes, ganas de servir a Dios, pero si eso no va acompañado de una vida secreta de oración, usted va a caer, lamentablemente va a caer, usted va a fracasar, tal como Pedro, una, y otra, y otra vez. Por eso, es necesario que el cristiano entienda y se aperciba de la importancia y la necesidad de orar.

Tenemos cristianos como Jonás, yendo en contra de la voluntad de Dios y durmiendo en medio del barco. Ellos quieren ser santos, pero no están orando. Ellos quieren madurar, pero no están orando. Ellos quieren predicar, pero no están orando. Entonces, es constante la debilidad, la tentación y el fracaso en medio de sus vidas ¡Dios tenga misericordia de cada uno de nosotros!

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Mateo 6:6

Todos tenemos necesidad de oración. Por esto, el Señor hace de ella, no una opción, sino una ordenanza para nuestro propio beneficio (1 Crónicas 16:11). En Mateo 7:7, el Señor nos habla de orar con perseverancia..